domingo, 11 de noviembre de 2007

Rec


Había leído y escuchado en varios foros, y más aun a mi llegada a Sitges, que Rec, el último proyecto codirigido por Jaume Balagueró y Paco Plaza, daba mucho miedo. Frente a estas opiniones, me suelo mostrar bastante escéptica. Ya he caído en la trampa muchas veces. Grandes comentarios de marketing, apostillados por los grandes del género sobre películas que resultan ser mediocres, para mí ya no tienen ningún valor. Aun así, son tantas las ganas de dar con una cinta que produzca auténtico pavor, que no queda más remedio que lanzarse a la piscina y probar. Las filmografías de Balagueró y Paco Plaza no son de mis preferidas (me quedaría con Los sin nombre, Balagueró, 99), unido a lo difícil que es olvidar el trabajo en común que llevaron acabo en 2002 estos dos jóvenes directores. Tan terrorífico, que después del tiempo transcurrido, sigue poniendo el vello erizado a cualquiera. Si, estoy hablando de OT la película.

A pesar de estos antecedentes nada prometedores, decidí ir al estreno donde presentaron la película, tanto los directores, como el resto del equipo artístico. En Sitges se respiraba la expectación, todo apuntaba a que lo que íbamos a ver podía ser bueno de verdad. Antes de pasar a hablar más en detalle sobre la película, anticiparé algo sin titubear: Rec consigue algo que muy pocos han logrado en los últimos tiempos, dar miedo de verdad. Hacía mucho que no experimentaba auténtico terror frente a la gran pantalla. Tras decir esto, un consejo que suelo llevar a la práctica cuando me enfrento a un nuevo film, y más si es de género fantástico y de terror: no leer ni escuchar información acerca del argumento. Siempre es arriesgado, algunos no saben contener los dichosos spoilers.

En este caso concreto, la parte inicial guarda una especial inquietud y un enigma por el desconocimiento de lo que está ocurriendo. Tras una presentación en la que vemos a dos reporteros que se preparan para pasar una jornada con un equipo de bomberos y seguirles en las emergencias que surjan durante la noche, la alerta por fin salta y a través de la cámara que lleva al hombro uno de los reporteros somos testigos directos, vemos de primera mano lo que ocurre en ese edificio del que viene la emergencia. La cámara, que es un personaje más, es nuestro cordón umbilical, nos nutrimos de esos momentos que se inician justo ahí, en ese preciso instante en el que entra por nuestra retina. Por que este es uno de los ingredientes básicos para que la tensión vaya en aumento según avanza la película: la inmediatez.
Estamos inmersos en un mundo donde las noticias, nos llegan con una rapidez y facilidad pasmosas. En cualquier rincón aguarda un reportero para captar la noticia y hacernos partícipes de ella a través de imágenes. Sin imagen, no hay noticia. Una fecha clave en este sentido, fueron los atentados del 11 de Septiembre. No necesitamos que nadie nos contase cómo se habían desarrollado los hechos. Cada uno de nosotros, a miles de kilómetros, asistimos en primera persona a la colisión de esos dos aviones con las torres. Ese es el éxito. Mostrar lo nunca visto, mostrar la noticia según se está produciendo.
Rec está concebida bajo este concepto. Sentados en la butaca, somos partícipes de lo que está ocurriendo, somos el fin por el que esos periodistas deciden grabar todo lo que acontece en el interior de ese edificio. Quieren mostrárnoslo, hasta las últimas consecuencias. Y nosotros muy fácilmente adoptamos el rol. Lo que vemos resulta tan real y cercano, que entramos en el juego, es imposible no estremecerse. La cinta que vemos está en bruto, la labor de postproducción es mínima, por esta razón, los propios directores han emparentado el formato resultante de su trabajo más con Holocausto caníbal que con el Proyecto de la bruja de Blair.


Un aspecto importante para conseguir esa naturalidad y que el resultado fuese creíble, fue la elección de los actores. Se centraron en que tuviesen gran facilidad para la improvisación y en que fuesen caras desconocidas, que no pudiésemos asociar con otros papeles anteriores. En concreto, a la actriz principal Manuela Velasco, solo podríamos relacionarla con su trabajo previo de reportera en el programa Cuatrosfera.

La película está rodada de forma lineal. Los actores principales no llegaron a tener nunca el guión completo. Se enfrentaban día a día a situaciones desconocidas que iban sorteando sobre la marcha, de forma que gran parte de lo que ha resultado es improvisado. Sin duda, una propuesta arriesgada por el rigor de su planteamiento, mediante la práctica de un realismo exacerbado. Existe un entendimiento y un reflejo del mecanismo de lo que se viene a llamar “tele realidad”, fenómeno imperante en la sociedad de nuestros días. Característica intrínseca del buen cine de terror de todos los tiempos, es saber detectar cuales son las inquietudes que palpitan en cada instante sobre la gran masa, para así abordar de frente estas tendencias cambiantes.
Es sin duda el film más de género que han realizado ambos directores. Como tal, acude a clichés mil veces vistos que, paradójicamente, se consideran imprescindibles para ser fiel a su naturaleza. El film no deja tregua al espectador, la tensión se mantiene constante durante todo el metraje, con picos máximos, que llevan a un final ejemplar con un plano secuencia de unos 20 minutos, durante los cuales, nadie quedará indemne.
Se estrenará el día 23 de Noviembre, tras una exitosa aceptación en un festival tan poco acorde con este tipo de cine como lo es la Biennale de Venecia, y tras recibir los premios de público y crítica, mejor dirección y mejor actriz en Sitges. Para esa fecha, ya habrá comenzado el remake yanki. Qué faltos de ideas están algunos y qué poco se molestan en disimularlo.

domingo, 4 de noviembre de 2007

Zoo + Trigger Man

Amenazaba tormenta en Sitges, y como todos lo años, no se hizo esperar. Con un día tan gris, parecía normal que las dos primeras películas que había elegido para estrenar mi planning personal de esta edición, no aportaran ni tan siquiera un rayito de sol que alegrara el panorama. Más bien al contrario, a la salida de la proyección caían cubos de agua…y yo sin paraguas.
Una sesión doble donde se proyectaron Zoo y Trigger Man.
Zoo (Robinson Devor, EEUU, 2007) es un documental donde se exponen de manera soterrada los sentimientos y sensaciones de personas que practican el bestialismo, en un intento por comprender qué motivaciones se esconden tras esta parafilia. Se centra básicamente en el caso de un hombre que perdió la vida tras consumar relaciones sexuales con un equino, hecho clave que llevó a que se prohibiese tal práctica en Washington, donde hasta entonces no había ley alguna que contemplase tal hecho. Entre tanto, aquellos que investigan estos casos y hacen lo posible por salvaguardar a los animales.

Enseguida me vino a la cabeza el film Rohtenburg(Grimm Love Story)(Martin Weisz, 2006) que se presentó en la edición pasada del festival, en la que a través de internet dos personas con deseos antropofágicos, quedan para llevar a cabo aquello que anhelaban: uno de ellos ser comido y el otro comer a otro ser humano. En Zoo, al igual que en Rohtenburg, internet es el medio por el que estas personas se conocen y se reúnen para compartir sus más íntimos deseos. A pesar de una fotografía cuidada, y el tono intimista y discreto por el que Devor opta, los testimonios de aquellos que aportan sus voces pero no su imagen(por temor a posibles represalias), parecen no ser suficientes para mantener el interés durante todo el metraje.


Ti West vuelve a Sitges con Trigger Man, después de presentar en 2005 su ópera prima The Roost. En esta ocasión deja los murciélagos a un lado para contarnos la peripecia de un grupo de amigos que se adentran en un bosque ilusionados con la idea de pasar un día de caza. Pero como es de esperar, las tornas se vuelven y pasan a ser ellos la presa incauta de algún francotirador que parece divertirse mucho jugando al “corre, corre, que te pillo”. La idea es prácticamente idéntica a la que nos plantea El rey de la montaña (Gonzalo López Gallego,2007) que mantiene un pulso mucho más interesante y vertiginoso que esta. Ti West juega la baza de transmitir la sensación de normalidad y cotidianidad en una primera parte demasiado dilatada, para luego impactarnos cuando algo inesperado entra en escena. Rodada con cámara digital al hombro y bruscos movimientos, con la clara intención de dar percepción de cercanía, se trata de un engaño burdo, pues de esta manera pretende dar perspectiva subjetiva, cuando en realidad el cámara no está dentro de la historia, como ocurre en El proyecto de la bruja de Blair(Dan Myrick, Eduardo Sánchez, 1999) o en otras que se han podido ver este año en el festival, como Rec( Paco Plaza, Jaume Balagueró,2007) o Diary of the Dead(George Romero,2007). El acabado deja la falsa apariencia de film amateur sin que esté justificado en ningún sentido. Film de bajo presupuesto, que parece esforzado en esta seña de identidad.