lunes, 26 de marzo de 2007

Gerry




Dirección: Gus Van Sant. País:USA. Año:2002. Intérpretes: Matt Damon(Gerry) Casey Affleck( Gerry).Guión: Casey Affleck, Matt Damon, Gus Van Sant. Producción: Dany Wolf. Música: Avo Pärt. Fotografía: Harris Savides. Montaje:Gus Van Sant, Matt Damon, Casy Affleck


Caminante no hay camino, se hace camino al andar


¿Y si te dijeran que vas a ver una película que cuenta con tan sólo dos personajes, escasos y breves diálogos y en la que a lo largo de 103 minutos de metraje casi lo único que se te muestra es cómo los protagonistas deambulan de aquí para allá con un propósito inicial nada claro para el espectador? Gerry es exactamente eso.
No sabemos nada de los Gerrys (punto extraño es que ambos se llamen mutuamente Gerry), no hay presentación alguna, casi nos topamos con ellos por casualidad. El film arranca con un largo travelling, vemos un coche que circula por una carretera poco frecuentada y polvorienta. En seguida nos percatamos de la hermosa música de Avo Pärt que nos envuelve, casi nos hipnotiza, mientras intentamos descubrir qué encierran esas imágenes. En el interior del coche viajan estos dos jóvenes callados, que llegados a un punto deciden detener el vehículo, bajarse de el y comenzar a andar en dirección a un lugar en el que, parece ser, nunca han estado. Van Sant nos deja espacio suficiente para que podamos imaginar cómo son. Quizá sean universitarios que viven en una típica residencia de estudiantes alejados del hogar familiar, y que, por lo poco que podemos entresacar de sus conversaciones, son aficionados a juegos de rol o videoconsolas. Han decidido dejar atrás sus rutinas para salir a pasar un día diferente al aire libre en un entorno montañoso. Parecen buenos amigos, seguramente se conozcan desde que empezaron el colegio, han vivido juntos innumerables experiencias, la mayoría divertidas y memorables pero también han pasado por momentos no tan buenos. En fin, podría seguir elucubrando sobre cómo es la vida de estos dos desconocidos, pero me llevaría hasta mañana a esta misma hora.
Y es que, si algo proporciona esta cinta es la oportunidad de imaginar y perderse mientras observas atónito los interminables planos. Pasados los 15 minutos iniciales (durante los cuales has pasado de la expectación a la incredulidad y viceversa varias veces por segundo) existen solo dos opciones: la más inmediata sería alargar el dedo y cual movimiento espasmódico raudo y fugaz apretar el botón de stop del mando a distancia y pasar a otra cosa…o envalentonarse frente al reto e intentar dilucidar por qué esa parquedad narrativa, por qué esas largas tomas de los Gerrys caminando, por qué esas imágenes que resaltan tremendamente el entorno y que por momentos pueden parecernos huecas o hermosas y poéticas…ante todo, nos encontramos perdidos, tanto o más que ellos.
Lo asombroso es que a pesar de haber leído anteriormente sobre el film y estar más que advertida sobre sus propiedades somníferas, trascurrida la primera media hora aun guardaba la esperanza de presenciar un giro de 180 grados sorprendente a todas luces y no se... que los personajes empezasen a hablar por los codos cual W.Allen en plena crisis o que salieran a su encuentro los mutantes de Las colinas tienen ojos, que habían estado aguardando impacientes a su paso. Pero no, esa sería otra película con ingredientes mil veces vistos. Gerry se aleja totalmente de los códigos convencionales, es cine experimental en estado puro
Cuando termina la película viene el turno de sacar conclusiones sobre lo visto y dar respuesta a tanto por qué. Después de un largo planteamiento donde no hay explosión narrativa y el desenlace se masca desde la mitad de la cinta, impresiona la capacidad que tiene para hacernos sentir los momentos tan desasosegantes que viven los dos jóvenes. Estás dentro, con ellos, perdido, sin rumbo. Llegas a la meta casi sin aliento, pero con buen sabor de boca. Podríamos pensar que los dos Gerrys son en realidad una sola persona, metáfora del descubrimiento interior, un viaje existencial por el que en algún momento todos pasamos. Cada uno que elabore su propia conclusión…
Como a veces ocurre con la distribución de algunas cintas en nuestro país, Gerry pudimos verla en las salas después del estreno de Elephant, aunque su realización fuese anterior. Creo que se la podría recomendar a aquellos cinéfilos atrevidos, osados, aventureros, sedientos de propuestas nuevas, de fórmulas casi nunca vistas. Ante todo Van Sant es un cineasta valiente, que sabe lo que se hace y que en cierta manera busca una complicidad muy especial con el espectador, que eso siempre es de agradecer.

domingo, 18 de marzo de 2007

La vida de los otros




Cuando George Orwell escribió 1984, recreó una sociedad totalmente sometida, gobernada por un poder supremo y absoluto, controlador de cualquier movimiento de unos ciudadanos oprimidos bajo una forma única de pensar, siempre a favor del partido, faltos de cualquiera de las libertades más básicas como pueden ser la de expresión o de asociación, siendo vigilados de forma constante para impedir cualquier propósito de rebelión, manteniéndose siempre alerta de alguna posible hostilidad hacia el régimen imperante.
Orwell había sido testigo de lo que ocurrió en la Alemania nazi y en el comunismo estalinista, lo que sin duda utilizó para desarrollar su novela. Treinta y seis años después de escribirla, curiosamente en 1984, justo antes de la caída del muro de Berlín, centra su historia La vida de los otros, película merecidamente ganadora del oscar a mejor película de habla no inglesa, de siete de los premios del cine alemán y de otros tres del cine europeo 2006.
En la Alemania del Este, la RDA, con la ayuda de la Stasi (el servicio de inteligencia) aboga por una sociedad socialista separada del capitalismo amenazante, asegurándose de que las actividades políticas de sus ciudadanos no fuesen incorrectas ni conspirativas. Especialmente son perseguidos y estudiados los artistas, considerados como librepensadores que pueden ser peligrosos por promover ideas alejadas de los intereses del partido. Gerd Weisler, uno de los trabajadores más infalibles de la Stasi, se enfrenta a una nueva misión en la que tendrá que vigilar al director de teatro George Drayman, que empieza a cosechar cierto éxito y a su novia, que es actriz. Durante todo el film vemos cómo Weisler desarrolla su trabajo, entremetiéndose en la vida privada de esta pareja, mientras que desde un desván escucha meticulosamente las conversaciones que tienen lugar en su casa, haciéndonos partícipes de las inquietudes y tejemanejes que se cuecen en el entorno más próximo de los artista, que cuentan con amigos que ya han sido coaccionados y no pueden ejercer su profesión, y de los altibajos que sufre su historia de amor. Sin embargo, la alta eficacia de Weisler se verá mermada cuando entra en juego su punto más humano. Tras ir conociendo a sus vigilados, su firmeza y análisis se irán desplomando poco a poco dejando paso a un cúmulo de sensaciones contradictorias, que sin dar más detalles, pudieran llegar a rozar, lo que en su día llamó Orwell “crimental”. Hay escenas memorables, pero me quedo con una: en la que Gerd Weisler se ve envuelto a través de sus auriculares por una pieza de piano que toca George Drayman, dejándose llevar por la emoción de escuchar algo tan hermoso. El arte es algo puramente humano que no nos puede ser arrebatado.
Toda historia siempre tiene al menos dos puntos de vista sobre los hechos que marcaron una época, y por norma, estos tienden a situarse en polos rematadamente opuestos. Sin ir más lejos, otra de las escasas películas que han decidido retratar cómo fue la vida en la RDA, es Good bye Lenin!, con personajes que vivían en esa Alemania Oriental, orgullosos de pertenecer al partido, de sus ideas socialistas, y con una firme postura de apoyo a la política de la RDA. De ambas películas se puede extraer una crítica a lo que fue un intento frustrado de comunismo, pero enfocadas de maneras muy diferentes.
Aunque no lo parezca, La vida de los otros es la ópera prima del director Florian Henckel Von Donnersmarck, que ha demostrado un alto nivel, destacando también en su trabajo como guionista. Uno de los aspectos que más ha cuidado es la fotografía, que a pesar de los constantes tonos grises, y la poquísima variedad de sus decorados, consigue imágenes de gran belleza, dando máxima importancia y protagonismo a las actuaciones, que sin duda son dignas de mencionar, sobre todo el complicado papel de Ulrich Mühe.
La vida de los otros no es una distopía como lo es 1984 o tantos otros títulos que han retratado sociedades subyugadas (Un mundo feliz, Fahrenheit 451,Walden Dos…), es una historia de gente real con miedo a ser ellos mismos y ser castigados por ello, miedo a ser leales a sus propios principios y anteponerlos frente a las consecuencias que les pueda conllevar. Lamentablemente, esta es una de esas historias que por semejanza, se puede extrapolar a muchas de las realidades que hoy en día siguen existiendo en otros lugares y aunque nos parezca algo ya superado, sigue teniendo vigencia.




jueves, 8 de marzo de 2007

Inland Empire




Muy poco se puede decir sobre Inland Empire que no sepáis, porque aquello que realmente queréis averiguar, aquello que no os deja dormir por las noches, sobre lo que pensáis constantemente desde que visteis el film, es un enigma que al igual que vosotros, el resto de aquella gran minoría que nos hemos acercado a una sala de cine a verla, también nos cuestionamos. Pero, no os sintáis mal, no os creáis torpes por no saber cual es la trama de esta película, porque sencillamente no tiene. Y no es que yo lo diga, sino que el propio Lynch ha reconocido sin ningún pudor ni complejo que trabajó sin guión, y rodaba según se le ocurría una escena, aunque no supiese cómo encajaría con el resto.La improvisación es su método de trabajo y mucho han tenido que ver en esto las facilidades y libertades que le ha proporcionado el rodar en digital, (labor que le ha llevado más de dos años) lo que le confiere al film un acabado más sucio, de baja definición, una textura de obra experimental de video arte, abusando de planos realmente incómodos, en los que el acercamiento con la cámara a los rostros de los actores llega a ser extremo. Si partimos de estas referencias, ¿por qué permanecemos en el empeño de buscar en Inland Empire una estructura lineal que creemos subyaciendo bajo sus bucles? Tiene un comienzo, con una base que podríamos definir como convencional, pero que no está exenta de elementos desconcertantes y no poco surrealistas, como la conversación con la que abre el film, entre la extrañísima vecina gesticulante con actitud desafiante que visita a Nikki Grace (magnífica Laura Dern) a la que le hace una serie de advertencias y pronósticos delirantes (“si fuese mañana usted estaría allí sentada”). Después vemos cómo los actores Nikki Grace y Devon Derk(Laura Dern y Justin Theroux) se preparan para el rodaje de una película. En uno de los ensayos el director (Jeremy Irons) les informa de que no es una idea original, sino que será un remake de una película de origen polaco que no se llegó a terminar porque los dos actores protagonistas murieron. Entre tanto, pequeños fragmentos de su serie Rabbits. Durante este ensayo, Devon se levanta porque escucha un ruido, como si alguien hubiera entrado. Se aproxima a una puerta donde leemos la palabra Axxonn. Y sucede, lo que es común en casi todas las películas de Lynch( sobre todo en las tres últimas), que llegado un momento del metraje, existe un punto de inflexión, a partir del cual todo salta por los aires en un vuelo sin retorno. Si alguna vez hubo lógica y coherencia, en cuestión de un segundo dejan de existir, dejando al espectador en mitad de un desierto donde cualquier atisbo de comprensión es como un oasis ficticio, mera ilusión. Muchas veces el esfuerzo por encontrar un nexo concordante entre las escenas que se presentan ante nosotros ordenadas al antojo de Lynch, es pura frustración, y más que ninguna en toda su filmografía, ocurre en Inland Empire, que tiene no pocas similitudes con sus dos anteriores films, Mulholland Drive y Carretera Perdida, principalmente por los personajes que las pueblan: sus potagonistas sufren trastornos de identidad, que buscan una vía de escape a su angustia vital y problemas personales, traspasando mundos paralelos, entre lo onírico, el subconsciente y la fantasía, mezclado en una coctelera con unas gotas de la realidad que el resto de personajes perciben. Todo esto da lugar a un aluvión de situaciones en las que las puertas de tránsito se abren y cierran sin apenas percatarnos.
Lynch siempre va un paso por delante, su mundo de inventiva es en gran parte inaccesible para el resto de la humanidad, solo él conoce el por qué, no es fácil penetrar en su laberinto y los que lo hacen, solo pueden conseguirlo dejándose llevar, entregándose a esa experiencia sensorial que son sus films. Lynch es un cineasta sobradamente consagrado que ha demostrado saber moverse en diferentes ámbitos, desde el cine más experimental al más clásico como se puede ver en El hombre elefante y Una historia verdadera. Es evidente que es un creador para sí que se encuentra totalmente apartado del starsystem. No necesita ni busca el beneplácito de crítica y público, siendo a veces necesaria una lucha encarnizada con los productores para poder preservar su obra tal y como él la gesta desde un principio, pudiendo así exhibir, aunque en pocas salas, sus 172 minutos de Inland Empire.
En conclusión, Inland Empire tiene un poder hipnótico, para algunos porque literalmente se dormirán en la butaca y para otros porque después de salir de la sala, con el paso del tiempo, irán descubriendo que les ha aportado más de lo que esperaban, como si a través de sus imágenes Lynch nos inoculara en la retina un germen que se va desarrollando poco a poco hasta provocar confusión y tener la necesidad, por pura cinefilia, de entregarse a otra sesión de Inland Empire

jueves, 1 de marzo de 2007

13 Tzameti


Lo más inmediato sería empezar hablando del argumento de Tzameti para situarnos un poco sobre qué tipo de película os insto a ver. Sin embargo, no lo voy a hacer. Uno de los puntos que, especialmente con determinadas películas, juega desfavorablemente a la hora de descubrirlas por primera vez, es sin duda, el haber leído sobre ellas. Tzameti(cuya palabra me resultó ya de por si toda una curiosidad, significa trece en georgiano, remarcando así su procedencia) es una de esas en las que es preferible entrar en la sala de cine casi sin saber qué es lo que vamos a ver. Si estáis a tiempo, hacedme caso, lo agradeceréis. En mi caso, solo con haber visto el cartel promocional y algún que otro fotograma, consiguió atraparme. Sin embargo, reconozco que no me conformé con eso, quise saber más, perdiendo así parte del atractivo que tiene el ir descubriendo a la par que el protagonista, la intrincada proposición que nos hace Géla Babluani en su ópera prima, que ha disfrutado de un gran éxito en los festivales más prestigiosos. Su atrayente blanco y negro es sin duda un acierto para este thriller cuya primera parte nos sitúa frente a unos personajes bastante extravagantes que mantienen unos diálogos desconcertantes y herméticos, por lo que se nos hace difícil dar con el cuerpo de la historia, y acomodarnos en la butaca sin antes encontrar un hilo de conexión entre todo ello.
Tzameti basa lo mejor de su esencia en la parte central del metraje, donde emerge la máxima tensión, proporcionándonos momentos de una gran angustia existencial, cuando vemos cómo el personaje principal descubre por fin lo que le esperaba en su arriesgada aventura, que le conduce a un lugar donde no hay cabida a lo de arrepentirse y dar media vuelta. Uno de esos descensos a los infiernos que también les ocurría a los jóvenes de Hostel o incluso a los de Intacto.
Recientemente y tras el éxito de Tzameti, Babluani ha dirigido junto con su padre Temour Babluani su segundo largo llamado La herencia, que ya ha comenzado a cosechar grandes premios entre los que está el premio especial del jurado en Sundance. Pero no todo iba a ser buenas noticias. A Babluani se le ha abierto el abanico de posibilidades, todo éxito viene acompañado de una lluvia de nuevas oportunidades (sobre todo económicas) y después de la presentación de sus dos primeros largos, ha aceptado dirigir el remake de Tzameti con un presupuesto de 20 millones de euros. Suele decirse que la falta de medios agudiza el ingenio, ¿realmente mejorará con una nueva versión a la millonaria? ¿Qué se le había quedado en el tintero? ¿No es demasiado joven desde un punto de vista artístico como para dedicarse a este tipo de menesteres? Si por algo destaca Tzameti es el buen aprovechamiento que hace de su guión y por su pulso narrativo. Ojalá decidiera plantear el remake como hizo Von Trier en sus Cinco condiciones a partir del corto El ser humano perfecto, aportando nuevos matices e invenciones a lo hecho anteriormente, sin quedarse en el mero calco, como se abunda últimamente, siendo la norma imperante a la hora de hacer un remake.
Por cierto, ¿se llamará 13 Thirteen?

En estos tiempos en los que cualquiera que navegue mínimanete por internet habrá podido observar la inundación que sufre el subsuelo de la Red, plagada cada vez más de esos espacios personales llamados blogs. Los hay de todos los colores, formatos y temáticas. Los bloggers, muy orgullosos ellos, escriben con el principal objetivo de dar rienda suelta a aquello que llevan dentro y que de algún modo desean compartir: algunos su creatividad literaria, otros sus aficiones favoritas, haciendo partícipes a los de su misma condición, y otros para hablar de experiencias vitales, como mero desahogo y vía de escape, desembuchando sus pensamientos más íntimos . Así, el propósito es encontrar al otro lado a alguien que por una u otra razón se sienta atraído por lo que escribes. Podríamos afirmar que tener un blog está no solo de moda, sino que empieza a ser raro aquel que no lo tenga. Debido a ese afán que todos en algún momento sufrimos, por no quedar al margen más absoluto de las corrientes actuales, además de a un empujón más que importante por parte de alguien que considera que lo que de ahora en adelante pueda ofrecer a los que me lean, será en alguna medida interesante, me encuentro ahora mismo inaugurando este humilde blog en el que escribiré sobre cine: de buenas películas que posean el don de sorprendernos cada viernes de estreno, de aquellas que se estrenaron hace tiempo pero que tras un segundo o tercer visionado merecen la pena recordar, y por qué no, de esas que aparentan ser algo que no es, y consiguen colarse en la lista de pelis interesantes de la semana, resultando un bodrio como otro cualquiera.
Bienvenidos. El cine es espectáculo, Pasen y vean…