lunes, 2 de abril de 2007

El último rey de Escocia


Dirección: Kevin Mcdonald Intérpretes:Forest Whitaker, James McAvoy, Kerry Washington, Simon McBurney, Gillian Anderson Guión:Peter Morgan, Jeremy Brock Fotografía: Anthony Dod Mantle Montaje: Justine Wright Música:Alex Heffes Duración: 121 min

El carnicero de Kampala.Más allá de la ficción.

La figura de Idi Amín, al igual que la de muchos otros dictadores, siempre ha estado envuelta por un cierto misterio, debido a la idiosincrasia por la que se dio a conocer en todo el mundo. Persona con grandes ínfulas de poder, comenzó su carrera como militar hasta ganarse la confianza de Obote, para en 1971 utilizar esta posición privilegiada y tomar por la fuerza el mandato, convirtiéndose durante los ocho años siguientes en unos de los tiranos más despreciables que la historia ha conocido. Sus comienzos fueron lo suficientemente buenos como para embaucar, primeramente a su pueblo y también al resto de países atentos a este nuevo cambio, siendo apoyado abiertamente, debido a la creencia de que sería alguien que liberaría a Uganda de la opresión y marginalidad en que estaba sumida, y que proporcionaría aires de renovación, con una política decididamente de izquierdas.
En este punto arranca El último rey de Escocia. Con la llegada de un médico escocés recién licenciado a uno de los poblados más necesitados de Uganda, coincidiendo con el brusco cambio político que estaba produciéndose en el país, tras el golpe de estado perpetrado por Amín. Vemos cómo tras ostentar el cargo de médico de confianza de Amín, se ve excedido por las circunstancias y condiciones a las que tiene que hacer frente.

Basada en la novela homónima multipremiada de Giles Poden, su gran atractivo reside en la combinación inteligente entre ficción y realidad, en la utilización como recurso introductorio del personaje del médico, elemento que funciona como puente entre la parte novelada(a veces muy poco creíble, sobre todo en la resolución final) y los acontecimientos reales, situándolo dentro del círculo más próximo de Amín. El espectador es testigo de la transformación del dictador, a medida que el film va proporcionando detalles veraces de su biografía. Sin embargo, ahí queda todo. No acomete ni indaga el apartado que corresponde a la reflexión sobre el por qué de esa conversión, ni se pregunta por los posibles mecanismos que se activan en la psique humana para que alguien en virtud del poder, llegue a cometer miles de asesinatos en su propio pueblo.

Kevin Macdonald, que había dirigido anteriormente los documentales Touching the void y Un día en Septiembre, cambia ahora de registro aunque manteniendo su condición de documentalista. Tomó la decisión de rodar en Kampala, para lo que tuvo incluso que negociar con el presidente Yoweri Museveni. Respaldado por un gran equipo(, quería conseguir el entorno perfecto para situar esta historia, lo que sin duda, fue todo un acierto.

Macdonald opta por mostrar de forma indirecta el atroz modus operandi de Amín, elude en lo posible escenas de hemoglobina y carnaza (lo que a más de uno le tentaría) y deja que intuyamos las trágicas consecuencias como desenlace de las decisiones del tirano.

La mejor baza de esta cinta son las interpretaciones. Principalmente la de Forest Whitaker, que construye un personaje perfectamente creíble, evidenciando la compleja personalidad que caracterizaba a Amín, y la de James McAvoyla, que si bien da la talla, su actuación queda soterrada en gran medida por su compañero de reparto.

Han sido muchos los estrenos que recientemente han abordado la problemática que existió, sobre todo durante los años setenta y ochenta, en la África negra: El jardinero fiel, Hotel Rwanda, Atrapa el fuego, Diamantes de sangre, etc. Como viene siendo habitual, cada vez que triunfa en taquilla una película, es solo cuestión de tiempo que aparezcan otras con temáticas similares, aprovechando el tirón comercial, como champiñones a la sombra del árbol frondoso, sin tener que significar esto que no merezcan la pena, como es el caso de El último rey de Escocia.